Jorie Graham
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Antonio F. Rodríguez ha traducido numerosos ensayos, entre los que destacan Por una ética de la solidaridad de Terry Eagleton (Paidós, 2010), Campos de sangre: la religión y la historia de la violencia y El arte perdido de las escrituras de Karen Armstrong (Paidós, 2015 y 2020), Teresa, amor mío de Julia Kristeva (Paso de la Barca, 2015), La plenitud del vacío de Trinh Xuan Thuan (Kairós, 2018) y El sexo y el absoluto de Slavoj Žižek (Paidós, 2020). Dentro del ámbito de la poesía ha traducido la antología de Danielle Collobert Decir vivo a quién (Kokoro Libros, 2017) y Deprisa de Jorie Graham (Bartleby, 2020), en colaboración con Rubén Martín.
Rubén Martín es autor de los poemarios Radiografía del temblor (Renacimiento, 2007), Sistemas inestables (Bartleby, 2015) y Nihiloma (Ediciones Liliputienses, 2020). Es responsable de la selección y traducción de la antología Poemas a la muerte (Bartleby, 2010) de Emily Dickinson, y de las versiones de Rompiente (Bartleby, 2014) y Deprisa (Bartleby, 2020) de Jorie Graham, esta última en colaboración con Antonio F. Rodríguez.
Jorie Graham es sin duda una de las voces ineludibles de la poesía norteamericana viva. Ganadora del Pulitzer en 1996, su hacer poético trasmite tanto una sensibilidad exacerbada como la impresión de que detrás de cada poema hay una inteligencia extraordinariamente poderosa y esquiva, capaz de cuestionar los esquemas más arraigados. Es autora, entre otros, de los libros: Hybrids of Plants and Ghosts (1980), Erosion (1983), The End of Beauty (1987), Region of Unlikeness (1991), The Dream of the Unified Field: Selected Poems 1974-1992 (1995), Never (2002), Sea Change (2008), Place (2012), From the New World (2015), Fast (2017) y Runaway (2020).
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El gesto como una fruta arrancada de una rama, velozmente arrancada.
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La rama entera doblándose luego saltando hacia atrás como si regresara de una súbita visión.
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El desgarro en el tejido donde la acción comienza, la apertura del estrecho pasadizo.
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El pasadizo a través del giro de desenlace una vez que la trama ha comenzado, como rama,
sus brotes pactados y numerados,
realmente fuera de la verdadera historia, fuera de la improvisación,
avanzando día tras día hacia el dulce encuentro.
5
Pero qué otra cosa podrían haber hecho, estos dos, nostálgicos de origen,
dando vueltas en el lugar como algo ya visto,
mudos, ciegos, enraizados en el ojo que observa,
dominados más y más por la más lenta mirada el transcurrir del tiempo
mirando fijamente más y más hasta que se revelan las entrañas.
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De cuando en cuando una rápida lluvia sin motivo,
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un viento que se adentra en todas partes, un viento que desarraiga los puntos de vista
igual que los últimos restos de lluvia…
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Puesto que eso era ser libre ella lo hizo pero como un pensamiento secreto.
Un pensar en él que la luz no pudiera alcanzar.
La luz lo golpeaba, la luz azotaba su pensar en él,
intentando romperlo.
Como una fruta que madura pero solo en lo invisible.
La totalidad del mundo dado golpeando contra este jardín
donde él camina despacio en manos de la libertad
percutiendo sin sonido con sus pasos el terreno.
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Pero madura un secreto, un secreto quiere ser revelado.
Durante un largo tiempo engrosa y mancha de belleza a su portador.
Es lo que vemos engrosarse formando la silueta por la que conocemos una cosa.
La cosa de adentro, el cuestionamiento de lo dado.
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Así que ella dejó espacio al pensamiento de él en su estrecha mente,
le dio espacio lentamente en las superficies, como un pájaro débil que ella hubiese encontrado,
le dio espacio en este lugar que era de ella, como para plantarlo pero nunca descuidarlo,
manteniendo su pensar en él agudo y simple en una especie de invierno,
manteniéndole en esta ausencia de sombras donde él no necesita respirar,
él girando para tocarla como un objeto gira hacia su ladrón,
poseído pero inasible, asemejando, asemejando...
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Mientras tanto las cimas de las cosas eran ciertas. Mientras tanto la
distancia de los campos era cierta. Mientras tanto la erosión de la luz contra la espalda
de ellos
cuando caminaban por los campos dando nombre a cosas, era cierta,
el roce de la luz en el revés de sus cuerpos...
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igual que la manzana crece dentro de la rama, como la lluvia crece
en la atmósfera, como se acumula la tardanza hasta que finalmente
es,
como el significado del relato crece,
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garabateando en los bordes del cuerpo de ella hasta que debe ser contada, serle
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arrebatada, esta libertad,
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así que ella tuvo que girar y tocarlo para entregarla
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para hacer que él se la quitara igual que la respuesta toma la pregunta
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que él debería leer en ella la rígida inscripción
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en un centelleante pliegue el tejido del alba que se inclina
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donde la forma está completa donde la cosa debe ser arrancada
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momentáneamente angélico, el instante que se retuerce en silueta,
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desposados los dos, la premura y el instante,
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la pizca de más que inclina la balanza al otro lado ahora en la mano de él,
el don que altera el equilibrio,
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el equilibrio que no puede romperse poseído por el aire hasta que él toca
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el equilibrio como una manzana sostenida en alto en la luz solar
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después retirada, el aire alterado por su paso, el sentimiento de ser capaces,
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de no ser lo bastante adecuados para el lugar, de no ser aquello que se necesita,
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el sentimiento de ser una digresión no el eslabón del razonamiento,
una nueva dirección, un brote, la rama que va hacia otra parte,
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y disfrutar ese error, un sentimiento de ser capaces gracias a un error,
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de ser erróneos quizá completamente erróneos una pieza de otro conjunto
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despojada de su posición despojada de su auténtica función
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y amar ese error, amar esa forma filial, la ruptura de la perfección
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donde el complejo mecanismo falla, donde el extraño aparece en el claro del bosque,
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desde ninguna parte y fuera de lugar, desde ninguna parte para compartir el día.