Nikos Karusos
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Guillermo Morales Sillas (Valencia, 1986). Ha publicado Ellos son mejores (La Bella Varsovia, 2013), que obtuvo el VI Premio de Poesía Joven Pablo García Baena y Pegarle a un padre (La Bella Varsovia, 2016). Algunos de sus poemas han sido traducidos al griego e incluidos en la Antología de jóvenes poetas españoles (Ανθολογία νέων Ισπάνων ποιητών), Vakxikon, 2018. Actualmente prepara junto a Fruela Fernández una antología del poeta griego Miltos Sajturis y traduce la obra de Nikos Karusos.
Nikos Karusos (Nafplio 1926 – Atenas 1990). Participó en la resistencia contra la ocupación nazi y, después de la guerra civil, fue internado en los campos de concentración de Makrónisos e Ikaría. Obtuvo el Premio Nacional de poesía en 1988. Pese a su sesgo ideológico, Karusos escribió principalmente poesía de carácter existencialista y de tono más espiritual que social. Tras una primera etapa muy lírica observable en su primera colección importante, Poemas (1961), se libera del lirismo y no reniega del influjo surrealista o la influencia de los presocráticos, aunando la angustia existencial con la fascinación de lo sentimental. Aunque es, ciertamente, algo más que un poeta religioso, Karusos dedica varios textos a la figura de Cristo que, más que un redentor, es el nexo de unión entre distintos periodos históricos de la civilización, héroe y figura mitológica, símbolo sobre todo del amor como fuente de inspiración. Algunos títulos de su prolífica obra son La cierva de las estrellas (1962), Saco de dormir (1964), Duelos (1969), Esparadrapo para pequeñas y grandes paradojas (1971), Pocodichos y undecires (1980), Tumba antisísmica (1984), Mantenimiento de ascensores (1986) o el póstumo Hallazgos de azul cobalto (1991).
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QUEDAS LIBRE DE TU ENFERMEDAD
(en mitad del otoño 1953)
Mi alma ayuna de pasiones
y el cuerpo entero la sigue.
Solo el deseo indispensable
y el cráneo todo el día sitio de arrepentimiento
donde el rezo se aboveda.
Señor, pertenecí a tus enemigos
pero eres tú quien refresca ahora
mi frente como dulcísima brisa.
Me insuflaste un luto alegre
y a mi alrededor
todo ya vive y brilla.
Levantas la piedra y la serpiente
huye y desaparece.
Desde el amanecer hasta la puesta
recuerdo que una vez me fuiste carne y hueso.
La noche, tal como le ordenaste, me arropa suavemente
y el sueño, cuyo manto antaño yo decía
estar tejido de mil oscuridades,
el pequeño redentor —como decir solía—
me entrega humildemente a tus manos.
LA POESÍA
Algo extraño sucede en mi dormitorio
al caer la noche.
Un pájaro repentino
cuyo aleteo corta el aire
irrumpe y después otra vez reina la calma.
Nunca me atreví a encender la luz
y siempre digo qué será ese pájaro repentino
qué plumaje tendrá
si su forma conmueve…
Como sea cuando la aurora empuja y me despierto
en la habitación estoy yo solo
con el cuerpo rígido por el sueño
sabiendo un poco más que ayer sobre la muerte
mientras el alma espera
el nuevo mensaje del sol
como siempre.
Pero
¿qué será ese pájaro que de repente
como un advenimiento un soplo en el espíritu
mata la calma de mi dormitorio
y lo siento tan cerca?
Creo que nunca lo sabré
y quizá este pájaro sea todo el secreto que hay por aquí.
EL REZO DEL GUSANO
Escucha, Señor, a tu buen amigo
amante de las tumbas y los frutos.
Eres tú lo que me une a un fruto y a una tumba
y el fruto echo a perder y la tumba.
Pero soy tu voluntad
criatura de tu vasto corazón…
No tengo preguntas
y viajo lentamente hacia el Padre.
El mundo es vano pero transitable.
Y en vano los dulces ojos de mi carne
que se adhieren a las flores.
«¿No tienes preguntas?» —dice lo corruptible.
Luna fugaz, ¿eres tú acaso quien me pregunta esta noche?
¿O me interrogan las nubes que te siguen?
Celebro tu plata fértil
y la atravieso con la fe.
Esta es la dignidad de nosotros los gusanos
no tener sino un camino…
El suelo es mi destino en vez de las estrellas.
Amor, sueño azul marino, envuélveme.
¿Qué alegría no está contigo?
Amor, práctica y esencia de mi Dios
aun a rastras navego entre la dicha.
MUJER, OBSTINACIÓN DE ASIA
Eres un continente del pecho desde el fondo de los pueblos
eres ambulante cual luna
el dolor es un tentáculo y tu amor azogue
mujer, obstinación de Asia.
Cuando dejas en los valles madurar una mirada
según los vientos la llevan a las alturas
te aprovechas de las ramas y viertes venenos en la luna.
Sola como un delito habitas la conciencia
conspirando frente a las divinidades de los pájaros
tú de negro cabello de río
tú de una y otra vez ojos oscuros.
Le digo al sol que se detenga sin benevolencia
rasgando el gran color del sueño
al sol que te combata con estridente azufre
y que demuela entero el recuerdo que lacera.
He aquí los tiempos me han traído hasta tus pasos
los dinosaurios vegetales la inmensidad celeste
una gavilla de sangre suelta lista para dispersarse
gritaba yo entonces sin respuesta: quiero hacerme azul.
Llegaste para quedarte hasta la muerte
destellando púrpura tus miembros
pregunté mas nunca supe dónde encontraste la oscuridad
recluyes tu sonido en secretos riachuelos
sola con la voz explosiva del silencio.
Viniste para quedarte hasta el alba lejana
atravesaste cuerpos aún viajas.
Yo no viví y la belleza del Ática es todo mi viaje.
Cantando entre tantas penas
no conozco el arma del olvido.
LA ORTODOXIA
Qué dulce la oscuridad en los íconos de los antepasados
manos inmaculadas por la comunión
ropas que asió la serenidad y no saben del viento
profundo el eleison de las rocas intangibles
los ojos frutos aromáticos.
Y el salmista sube de cuerpo entero al plátano de la voz
pobre mundo
incienso el perfume azul y el humo argénteo
el cirio que gotea sobre los pequeñines
pobre mundo
cuando salen —oh primer goce— con el Evangelio y los velones
y después el alegrón de acompañar al Santo Cáliz.
El padre Yanis envuelto en su hábito blanco
buen padre y buen abuelo con el siroco en la barba
años siglos años y juventudes tiene la belleza.
LA NOBLEZA DE NUESTRA COMEDIA
Cuando la camomila se agosta bajo el más hermoso sol del año
llegan tardes en las que la rebuscan tanto el pobre como el rico
y mientras caliente desciende como un bálsamo
se perfuman y armonizan las entrañas
dando la sensación de haber comido mariposas con pelusa,
una nada una hierba que trae toda la paz
también así Jesús una nada, tan solo escupido
tan solo la llama interna que derrite el tacto
y Dios descalzo un cordero en el aire
alto en el flamígero guindal allá en occidente.
Ay qué miedo da el agua una nada y nos ha tocado en suerte
lo invisible como el cuchillo en el cuello del gallo.
DEBO RECORDAR, DEBO RECORDAR
Vida de los griegos toda la primavera traicionada
y todo bajo el sol vómito del sol
y el antiguo médico el poeta
pasmado como insecto en la ciudad.
Debo recordar, debo recordar
sobre las ciudades las mujeres enlutadas
saltimbanquis desolados y gallos caídos en desgracia
circos azules en una extensión tan falsamente llena de esplendor
con albarranas y fustetes
la flor violeta del tomillo se ha muerto en la memoria abierta
entre blanquísimas persecuciones
los gorrinillos de la dicha junto a los caballos
salen de los sueños entre los guindos del Inframundo
sobre las ciudades la esperanza un cañonazo como un rayo
para una completa alegría en el fondo lo futuro
con familias saciadas de aceite en las tinajas
salud fácil cosecha bendita vendimia incruenta
pero ni poder ni violencia al final del invierno
y en la calle
una mujer como lanzada a la calle
con freáticos cabellos.
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* Procedencia de los textos: «El rezo del gusano» pertenece a Poemas (1961); «Mujer, obstinación de Asia» a La cierva de las estrellas (1962); «Debo recordar, debo recordar» a Saco de dormir (1964).